sábado, 19 de mayo de 2012

Cuidado con el "bajo consumo"

Años atrás, las lámparas de bajo consumo se presentaban –frente a las tradicionales incandescentes– como la mejor alternativa para el cuidado del ambiente por su capacidad de iluminar más con menos energía. Sin embargo, al momento de desecharlas, igual que los tubos fluorescentes, se convierten en un problema si no son separadas de la basura y tratadas con un método especial.
“Las lámparas de bajo consumo ahorran energía, pero no ahorran contaminación”, advirtió el biólogo Raúl Montenegro, presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam).
Si bien estas lámparas son muy eficientes, pocos saben que contienen mercurio, un metal pesado que se considera residuo peligroso por su toxicidad al ser liberado al ambiente cuando la lámpara se rompe o destruye.
“La exposición de corta duración a una concentración elevada de vapor de mercurio puede producir irritación de garganta, tos, dificultad para respirar, inflamación de la piel, aumento de la presión arterial, náuseas, vómitos, cefaleas y pérdida de la memoria”, enumeró María Della Rodolfa, responsable de Programas de la ONG Salud sin Daño.
Esta organización realizó una campaña para eliminar el uso de instrumentos médicos con mercurio como los termómetros y alrededor de 400 hospitales ya lo han hecho. Sin embargo, todavía no hay una disposición final segura de estos residuos, que terminan en los rellenos sanitarios o en basurales a cielo abierto, se quejó Della Rodolfa.
“El mercurio –agregó Montenegro– es un material persistente que intoxica los ecosistemas acuáticos y terrestres y que a través del aire, el suelo y el agua puede llegar a las personas. Los vertederos de basura están incorporando cada vez más lámparas en desuso con mercurio que pueden tener hasta 5 miligramos por lámpara, o tubos fluorescentes, de hasta 25 miligramos”
(.fte. La Nación)

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